Ya casi se cumplen dos meses de que llegué a los 25 y de que este blog haya comenzado a funcionar. Al parecer, el segundo cuarto de siglo pinta bien. Para empezar, soy libre de nueva cuenta: ya no trabajo. Espero que la libertad no me aburra pronto.
Lo malo es que no tengo dinero, pero tampoco soy un “maldito cerdo capitalista” (¿se llama así el libro?) Lo que es cierto es que tengo un Iphone que suple todo los mundano de esta vida.
Aún así, las horas no me sobran. Apenas en el primer día pude terminar “Misfits”. Mola mogollón la serie (la tuve que ver doblada en español de España). Son seis capítulos –la primera temporada– llenos de sartas de babosadas: imaginen a un grupo de condenados a hacer trabajos forzados a los que les cae un rayo que les otorga súper poderes, como tener la capacidad de ser sexualmente irresistible o ser inmortal o poder cambiar el pasado, y que lo utilizan no para hacer el bien, sino para pasársela mejor. “Misfits” definitivamente forma parte de las cosas para no olvidar en estos 25 años y estos tres días de libertad que llevo.
Otras de las celebridades, en lo que va de estos 25, que no hay que olvidar, responden a los nombre Lykke Li, Beth Ditto, Caribou (revalorado), Born Ruffians, Nicomede Talavera, Damir Doma, Felipe Fernández de Paso (a él no sé por qué; jamás lo he leído, pero tiene cierto atractivo que no sabría cómo explicar). Me he vuelto fanático de revistas como Marvin, Warp y Tendencias Fashionmag.
Cunado cumplí 25, Kike (Kinky de la Cerda, su nombre porno) y yo nos festejamos en una fiesta rockabilly. Ya saben, pantalones ajustados, vertiginosos tupés y música de “The Baseballs” sin parar. Esa noche fuimos completamente rebeldes y atractivos. No lo pudimos evitar. Él recibía sus 26 y una demanda por evasión de impuestos. Lo segundo es mentira. Pero en la fiesta nos la pasamos muy divertidos y borrachos. Sobró cerveza y un montón de esas gelatinitas de esas que Irembo preparó con vodka.
Y de todo esto, que es para no olvidarse, idearé algunos temas para poner en este abnegado blog, que prometí no olvidar, y que no lo hago. Sin embargo, perdonará mi ausencia. Lo cierto es que he corrido a sus brazos y me ha acogido sin reclamo alguno. Yo, que he sido un poco displicente, pero no el peor de todos.